Cómo afrontar el mobbing o acoso laboral




El entorno laboral debería ser un espacio de crecimiento y colaboración, pero en ocasiones se convierte en un escenario de tensiones invisibles que afectan profundamente la salud emocional y física de las personas. El mobbing, también conocido como acoso laboral, es un fenómeno psicológico que se manifiesta a través de conductas hostiles repetidas, destinadas a aislar, humillar o desestabilizar a un trabajador. Este problema no es solo una cuestión de "malas relaciones" en el trabajo; se trata de un patrón sistemático que puede tener raíces en dinámicas organizacionales, culturales o individuales. Según estudios en psicología organizacional, el mobbing afecta a entre el 10% y el 15% de los empleados en diversos países, con impactos que van más allá del ámbito profesional, infiltrándose en la vida personal y emocional.
En este espacio, exploraremos qué es el mobbing, sus causas subyacentes, las consecuencias para el bienestar individual y colectivo, y estrategias prácticas y fundamentadas para afrontarlo. El enfoque no se limita a recomendaciones superficiales de "pensamiento positivo", sino que se basa en evidencia de la psicología del trabajo y la inteligencia emocional, con el objetivo de empoderar a los lectores para que protejan su dignidad y fomenten entornos más saludables. Si estás experimentando algo similar, recuerda que no estás solo y que hay herramientas para navegar esta situación con resiliencia.

¿Qué es el mobbing?

El término "mobbing" fue acuñado por el psicólogo sueco Heinz Leymann en la década de 1980, inspirado en el comportamiento de las aves que atacan en grupo a un individuo aislado. En el contexto laboral, se define como un conjunto de acciones hostiles, persistentes y dirigidas contra un trabajador, con la intención de causarle daño psicológico, emocional o incluso físico. Estas conductas pueden incluir rumores maliciosos, exclusión social, críticas constantes sin fundamento, sobrecarga de tareas irrelevantes o sabotaje deliberado del trabajo.
A diferencia de conflictos puntuales, el mobbing es sistemático: ocurre con frecuencia (al menos una vez por semana) y se prolonga en el tiempo (mínimo seis meses, según criterios establecidos por investigadores como Stale Einarsen). Puede ser vertical (de un superior hacia un subordinado), horizontal (entre colegas del mismo nivel) o ascendente (de subordinados hacia un jefe). En términos legales, muchos países lo reconocen como una forma de violencia laboral, protegida por normativas como la Ley Orgánica de Prevención de Riesgos Laborales en España o equivalentes en América Latina.
Es importante diferenciarlo del burnout o el estrés laboral general. Mientras que el burnout surge de demandas excesivas del trabajo, el mobbing implica una intencionalidad interpersonal. Reconocerlo tempranamente es clave, ya que sus manifestaciones sutiles –como ignorar aportes en reuniones o asignar tareas humillantes– pueden escalar si no se abordan.

Causas del mobbing

Las raíces del mobbing son multifactoriales, combinando elementos individuales, grupales y organizacionales. Desde una perspectiva psicológica, el acosador a menudo actúa motivado por inseguridades personales, envidia o un deseo de control. Por ejemplo, un colega podría percibir a la víctima como una amenaza a su posición, especialmente en entornos competitivos donde los ascensos son limitados.
A nivel organizacional, culturas laborales tóxicas fomentan este comportamiento. Empresas con liderazgo autoritario, falta de políticas claras contra el acoso o alta rotación de personal crean un caldo de cultivo ideal. Estudios como los de la Organización Internacional del Trabajo indican que el mobbing es más prevalente en sectores con jerarquías rígidas, como la administración pública o la industria manufacturera, donde la precariedad laboral amplifica las desigualdades de poder.
Factores culturales también juegan un rol: en sociedades donde se valora la sumisión o se estigmatiza la denuncia, el mobbing se perpetúa. Además, el estrés económico global, exacerbado por pandemias o recesiones, puede intensificar rivalidades internas. Comprender estas causas no justifica el acoso, pero ayuda a las víctimas a despersonalizar la experiencia: no es un fallo personal, sino un síntoma de un sistema disfuncional.

Consecuencias del mobbing

Las repercusiones del mobbing son profundas y multifacéticas, afectando no solo al individuo, sino al equipo y la organización entera. En el plano psicológico, las víctimas suelen experimentar ansiedad crónica, depresión y baja autoestima. Investigaciones en psicología clínica, como las publicadas en el Journal of Occupational Health Psychology, vinculan el mobbing con trastornos como el estrés postraumático laboral, donde síntomas como insomnio, irritabilidad y aislamiento social persisten incluso fuera del trabajo.
Físicamente, el cuerpo responde al estrés prolongado con problemas como hipertensión, migrañas o trastornos gastrointestinales. Un estudio de la Universidad de Manchester reveló que los afectados por mobbing tienen un riesgo 2.3 veces mayor de desarrollar enfermedades cardiovasculares. En términos emocionales, se erosiona la inteligencia emocional: la capacidad para gestionar emociones propias y ajenas se ve mermada, lo que impacta en relaciones personales y familiares.
A nivel laboral, las consecuencias incluyen baja productividad, ausentismo y rotación elevada. Para la empresa, esto se traduce en costos económicos: según la OIT, el mobbing genera pérdidas anuales de miles de millones en ausencias y litigios. Colectivamente, perpetúa un ciclo de toxicidad, donde otros empleados temen intervenir, fomentando un clima de desconfianza.

Estrategias para reconocer y documentar el mobbing

El primer paso para afrontar el mobbing es reconocerlo objetivamente. Mantén un registro detallado de incidentes: fechas, descripciones, testigos y evidencias como correos o mensajes. Esta documentación es crucial para cualquier denuncia formal y ayuda a validar tu experiencia, contrarrestando la duda autoimpuesta que a menudo acompaña al acoso.
Desarrolla autoconocimiento emocional: practica la reflexión diaria para identificar patrones. Herramientas como diarios emocionales, basadas en modelos de inteligencia emocional de Daniel Goleman, permiten diferenciar entre feedback constructivo y hostigamiento. Si es posible, consulta con un terapeuta especializado en psicología laboral para obtener una perspectiva externa.
Estrategias para afrontarlo en el entorno laboral
Una vez identificado, actúa con prudencia. Comunica el problema a recursos humanos o un superior neutral, presentando hechos en lugar de emociones para mantener credibilidad. Si la empresa tiene protocolos antiacoso, úsalos; de lo contrario, considera sindicatos o asesoría legal.
Fomenta alianzas: busca apoyo en colegas de confianza para romper el aislamiento. Enfoques como la mediación, respaldados por la Asociación Americana de Psicología, pueden resolver conflictos horizontales sin escalar a litigios.
Para la resiliencia personal, integra prácticas de bienestar: ejercicio regular, meditación mindfulness y límites claros entre trabajo y vida personal. Estas no curan el mobbing, pero fortalecen la capacidad para afrontarlo, reduciendo el impacto en la salud mental.

Estrategias preventivas y de largo plazo

A nivel individual, cultiva una red de apoyo externa: amigos, familia o grupos de autoayuda en línea. Considera cambios laborales si el entorno es irremediable, priorizando tu bienestar sobre la lealtad a una empresa tóxica.
Organizacionalmente, aboga por culturas inclusivas: capacitaciones en inteligencia emocional y políticas cero tolerancia al acoso. Estudios de Harvard Business Review muestran que empresas con programas de bienestar reducen el mobbing en un 30%.
En conclusión, afrontar el mobbing requiere coraje, pero es un acto de autocuidado que fomenta el crecimiento personal. Recuerda que buscar ayuda no es debilidad, sino una estrategia inteligente para restaurar el equilibrio emocional.

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Referencias:

  1. Einarsen, S.V., Hoel, H., Zapf, D., & Cooper, C.L. (Eds.). (2020). Bullying and Harassment in the Workplace: Theory, Research and Practice (3rd ed.). CRC Press. https://doi.org/10.1201/9780429462528
  2. Leymann, H. (1996). The content and development of mobbing at work. European Journal of Work and Organizational Psychology, 5(2), 165–184. https://doi.org/10.1080/13594329608414853
  3. Hirigoyen, M. F. (2001). El acoso moral: El maltrato psicológico en la vida cotidiana. Paidós.
  4. Piñuel, I. (2001). Mobbing: Cómo sobrevivir al acoso psicológico en el trabajo. Sal Terrae.
  5. Zapf, D., & Einarsen, S. (2001). Bullying in the workplace: Recent trends in research and practice−an introduction. European Journal of Work and Organizational Psychology, 10(4), 369–373. https://doi.org/10.1080/13594320143000807 





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