Cinco técnicas para mejorar la autoestima profesional




La autoestima profesional es un aspecto fundamental del bienestar psicológico en el entorno laboral. Se refiere a la percepción que una persona tiene de su propio valor, eficacia y competencia en el trabajo. Esta forma de autoestima influye directamente en la motivación, la calidad de las relaciones laborales y la capacidad para afrontar retos. Además, investigaciones en psicología organizacional muestran que las personas con una autoestima profesional sólida tienden a experimentar mayor satisfacción laboral, menor riesgo de agotamiento emocional y mayor resiliencia frente al estrés (Maslach & Leiter, 2016).

Sin embargo, no siempre es fácil mantener una percepción positiva de uno mismo en ambientes laborales exigentes. Las comparaciones constantes, la presión por rendir, la falta de reconocimiento o incluso el propio perfeccionismo pueden erosionar la confianza interna. Afortunadamente, existen estrategias respaldadas por la psicología que permiten fortalecer la autoestima profesional de manera sostenible. A continuación, exploramos cinco técnicas clave para lograrlo.

1. Identificación y reestructuración de pensamientos automáticos negativos

Una de las principales fuentes de una baja autoestima profesional son los pensamientos automáticos negativos, que surgen de manera casi involuntaria en respuesta a situaciones laborales. Estos pensamientos, muchas veces irracionales, generan una narrativa interna que distorsiona la realidad y debilita la autoconfianza. La terapia cognitivo-conductual, desarrollada por Aaron Beck (1995), propone identificar estos pensamientos, cuestionarlos críticamente y sustituirlos por interpretaciones más realistas y constructivas.

Por ejemplo, si después de una reunión piensas “no aporté nada valioso”, puedes detenerte a revisar si eso es objetivamente cierto o si estás subestimando tus intervenciones. Tal vez hiciste una observación útil o formulaste una pregunta que enriqueció la conversación. Reestructurar el pensamiento como “quizás no hablé mucho, pero cuando lo hice, aporté una perspectiva importante” ayuda a construir una autoimagen más equilibrada y amable.

2. Revisión constante de logros y fortalezas

En la rutina diaria del trabajo, es común que las personas pasen por alto sus logros y se enfoquen solo en lo que salió mal. Este sesgo negativo puede afectar profundamente la percepción de competencia. Por eso, una práctica poderosa es dedicar tiempo regularmente a revisar logros, reconocer avances y reconectar con fortalezas personales.

Una buena estrategia es llevar un registro semanal de pequeños y grandes éxitos. Por ejemplo, puedes anotar situaciones en las que resolviste un problema con creatividad, recibiste una felicitación o lograste mantener la calma en un momento tenso. También puedes conservar correos de agradecimiento o mensajes positivos de colegas. Esta revisión constante actúa como un antídoto frente a la autocrítica excesiva y alimenta una narrativa interna basada en evidencias reales de valor y capacidad.

3. Establecimiento de metas realistas y significativas

La autoestima se nutre del progreso. Tener objetivos claros, alcanzables y alineados con los propios valores es una fuente clave de motivación intrínseca, como proponen Deci y Ryan (2000) en su teoría de la autodeterminación. Cuando las metas son realistas, es más probable que se logren y, con ello, se refuerce la sensación de eficacia y control.

En lugar de plantearte metas ambiguas como “quiero ser mejor en mi trabajo”, es más efectivo establecer propósitos concretos como “quiero mejorar mi manejo del tiempo en las próximas cuatro semanas”. Si esta meta está alineada con tus prioridades —por ejemplo, reducir el estrés o tener más tiempo para tareas creativas—, será más significativa y motivadora. A medida que cumplas estos objetivos, tu confianza en tus capacidades aumentará de forma natural.

4. Desarrollo de habilidades comunicativas y asertividad

La manera en que nos comunicamos en el entorno laboral influye tanto en cómo los demás nos perciben como en cómo nos percibimos a nosotros mismos. La asertividad, que implica expresar ideas, necesidades y límites con claridad y respeto, es una habilidad fundamental para fortalecer la autoestima profesional.

Muchas personas, por temor a conflictos o a ser juzgadas, adoptan estilos pasivos o agresivos que generan malestar y afectan su autoimagen. En cambio, comunicarse de forma asertiva permite sentirse en control y aumenta la percepción de autoeficacia. Por ejemplo, en lugar de aceptar una tarea adicional que no puedes asumir, puedes decir: “En este momento tengo otras prioridades que requieren mi atención. ¿Podemos buscar otra alternativa para resolverlo?”. Expresarte con honestidad y equilibrio favorece tu bienestar emocional y fortalece tu identidad profesional.

5. Buscar retroalimentación constructiva de forma activa

Aunque la autoestima no debe depender exclusivamente del reconocimiento externo, contar con retroalimentación clara y bien intencionada puede proporcionar una perspectiva valiosa para el crecimiento profesional. Aprender a solicitar esta información de manera proactiva y abierta permite detectar puntos fuertes y áreas de mejora que quizá no habías considerado.

Por ejemplo, después de liderar una reunión o presentar un proyecto, podrías preguntar a un colega de confianza: “¿Qué crees que funcionó bien y qué podría mejorar para la próxima vez?”. Este tipo de preguntas fomenta un clima de aprendizaje continuo y muestra tu disposición al desarrollo. Con el tiempo, recibir retroalimentación de esta manera fortalece tu seguridad, ya que te posiciona como alguien en evolución constante, abierto al cambio y a la mejora.

Mejorar la autoestima profesional no es un proceso inmediato, pero sí es posible con compromiso, autoconocimiento y estrategias bien fundamentadas. Las cinco técnicas presentadas —identificar pensamientos negativos, revisar logros, establecer metas realistas, desarrollar asertividad y buscar retroalimentación— constituyen herramientas prácticas respaldadas por la psicología que puedes incorporar en tu vida laboral diaria. Al fortalecer tu percepción de competencia y valor en el entorno profesional, también mejoras tu bienestar emocional, tus relaciones en el trabajo y tu capacidad para afrontar desafíos con resiliencia. Recuerda que la autoestima no se trata de inflar el ego, sino de reconocer con realismo tus capacidades y límites, valorarte por tus esfuerzos y abrirte al aprendizaje continuo. Cultivar una autoestima profesional saludable es una inversión que impacta positivamente no solo en tu desempeño, sino también en tu calidad de vida. Empieza con pequeños pasos, sé constante y verás resultados duraderos. Tu crecimiento empieza por creer en ti.


Referencias:
Bandura, A. (1997). Self-efficacy: The exercise of control. New York: Freeman.
Maslach, C., & Leiter, M. P. (2016). Burnout: The Cost of Caring. Cambridge, MA: Malor Books.
Deci, E. L., & Ryan, R. M. (2000). The “what” and “why” of goal pursuits: Human needs and the self-determination of behavior. Psychological Inquiry, 11(4), 227–268.







Psicología positiva y desarrollo personal

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